miércoles, 7 de agosto de 2013

EDUCACIÓN DE CALIDAD

La calidad de la educación es un concepto multidimensional, implica una valoración de los atributos que la sociedad le asigna y está determinada por factores ideológicos y políticos, los sentidos que se le atribuyen a la educación, las diferentes concepciones sobre el desarrollo humano y el aprendizaje, y por los valores predominantes en una determinada cultura (UNESCO/OREALC 2007). El desafío de la calidad es conseguir que los estudiantes alcancen altos niveles de participación y aprendizaje de acuerdo con sus capacidades. Una educación no es de calidad cuando sólo un porcentaje de la población adquiere los aprendizajes necesarios para su desarrollo personal y su integración en la sociedad. En este sentido, la inclusión y la atención a la diversidad son factores claves para una educación de la calidad. La participación se entiende en sentido amplio, considerando no sólo el acceso y la permanencia a lo largo de la escolaridad, sino también la participación activa en el currículo y las actividades de aprendizaje, como en las decisiones educativas que afectan la vida del estudiante. Por su parte, el aprendizaje se refiere a la importancia de que todos los estudiantes logren, en la máxima medida posible, los objetivos de aprendizaje establecidos en el currículo, desarrollando de forma equilibrada las competencias generales requeridas para el desenvolvimiento de los sujetos en diversos ámbitos personales, sociales, ciudadanos, laborales, de estudios, y que les permita desarrollar su proyecto de vida y ejercer la ciudadanía. En este sentido, el acceso a la escuela es el primer paso para hacer efectivo el derecho a la educación, pero su pleno ejercicio exige que ésta sea de calidad, promoviendo el máximo desarrollo de las múltiples potencialidades de cada persona, a través de aprendizajes socialmente relevantes y experiencias educativas pertinentes a las necesidades y características de los individuos y de los contextos socioculturales en los que se desenvuelven (UNESCO/OREALC, 2007). Desde esta perspectiva, la equidad es consustancial a la calidad. En sociedades marcadas por la desigualdad y la segmentación social, como es el caso de nuestro país, las evidencias confirman que para aspirar a la calidad con equidad se deben realizar esfuerzos sostenidos para equiparar las oportunidades. Al respecto el documento base de la discusión sobre política educativa de la II Reunión Intergubernamental del Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe, celebrada en Buenos Aires en marzo del 2007, expresa que: “Una educación es de calidad si ofrece los recursos y ayudas necesarias para que todos los estudiantes alcancen los máximos niveles de desarrollo y aprendizaje, de acuerdo con sus capacidades. Es decir, cuando todos los estudiantes, y no sólo aquellos que pertenecen a las clases y culturas dominantes, desarrollen las competencias necesarias para ejercer la ciudadanía, insertarse en la actual sociedad del conocimiento, acceder a un empleo digno y ejercer su libertad. Desde esta perspectiva, la equidad se convierte en una dimensión esencial para evaluar la calidad de la educación”. (UNESCO/OREALC, 2007) En resumen, para elevar la calidad de la educación, es necesario avanzar en materia de equidad, disminuyendo las distintas formas de discriminación, y las innegables disparidades que impiden mayores niveles de inclusión. Desde esta perspectiva, el desafío de velar por la calidad y asegurar a todos/as los niños/as y jóvenes el acceso al conocimiento y a la cultura, implica que la educación debe tratar de forma diferenciada lo que es desigual en el origen, para llegar a resultados de aprendizaje equiparables y no reproducir las desigualdades presentes en la sociedad (UNESCO/OREALC 20EEE07).

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